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XEn verano haces algo increíblemente saludable sin darte cuenta: descalzarte.
La naturaleza nos creó sin zapatos y mucho menos sin tacones. Cuando viajas por el mundo y tienes la oportunidad de convivir con culturas en las que la vida humana ha sido influenciada mínimamente por el desarrollo tecnológico y la economía de consumo te das cuenta de que los zapatos se usan como algo especial y que la gente es bastante más ágil que la mayoría de las personas que viven en ciudades. Últimamente se están enfatizando los beneficios de andar descalzos y me encanta porque, en parte, resuena en mí un eco de lo original, esencial y tribal.
Es cierto que, si llevas toda una vida con los pies embutidos en esos objetos rígidos y atrofiantes que todos llevamos, vas a necesitar ir poco a poco, siguiendo unas pautas progresivas de reeducación del pie y del movimiento de manera que, si llevas años usando tacones, puedes dedicar unos meses a escalonar la reducción de la altura del tacón hasta que tu cuerpo se acostumbre y prescindas totalmente de ellos. En general, descalzarse es beneficioso para todos por muchas razones, algunas de las cuales enumero a continuación.
El contacto directo con la tierra equilibra las corrientes electromagnéticas del cuerpo. Desde hace muchos años promulgo la importancia del enraizamiento porque tiene beneficios maravillosos para la salud: entre otros, reduce la inflamación, acelera la curación de distintas dolencias, baja el colesterol o la presión arterial y ayuda a rebajar el estrés.
Desde el punto de vista funcional y estructural, fortalece no sólo los músculos del pie, sino toda la fisionomía; beneficia a la postura ya que la buena manera de estar erguidos comienza en el pie y mejora el equilibrio y la conciencia espacial o propriocepción.
Quitarse los zapatos antes de entrar en casa es más higiénico porque las suelas meten en tu hogar bacterias tan dañinas como el E.Coli y, según un estudio realizado por la Universidad de Indiana, el 99% de los zapatos dan positivo en materia fecal… a mí con esa cifra me basta.
Además, tiene un trasfondo espiritual: con los zapatos dejas las cosas de la calle fuera para entrar en la intimidad de tu hogar si acarrear la pesadez y toxicidad del exterior.
Antes de lanzarte a vivir con los pies libres, cabe recordar que, efectivamente, fuimos creados para vivir descalzos, pero en un entorno natural donde lo que se pisa es la tierra directa. Por esto precisamente no recomiendo la práctica del barefoot en mitad de la ciudad o de cualquier otro núcleo urbano en el que las superficies por donde nos movemos han sido creadas por el humano. Entonces ¿quiere decir que en el estilo de vida barfoot nunca se llevan zapatos? No, lo que recomendamos es descalzarnos en entornos naturales y seguros (también en casa) y usar un calzado lo más plano posible o “minimal” que sea flexible y le permita al pie moverse con naturalidad.
Por último, recuerda que puedes incrementar todos estos beneficios practicando yoga con regularidad porque al ser una disciplina que se practica sin zapatos ni calcetines, fortalece los pies (y el resto del cuerpo) además de sensibilizarlos. Precisamente esta es en parte la razón por la que incrementas tu percepción espacial, mejoras y embelleces la postura cada vez que subes a la esterilla. Así que además de otras actividades que realizarás descalza/o, este verano apoya la salud de tus pies con YOGA+ la membresía online que te enseña a cuidarte.
Paz y Luz
Zaira