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XAbril es mi mes especial para hacer una depuración profunda: cada año me someto a un proceso de purificación que me renueva por dentro y por fuera en niveles diferentes. Es habitual y correcto pensar que algo así se hace para cuidar el cuerpo, pero en realidad se trata de una renovación del físico, de la mente-corazón y también de una liberación para el alma.
Sucede que, cuando haces una depuración, te quitas quilos tóxicos del alma porque todo lo que haces en el plano de la materia tiene un efecto reflejo en los demás aspectos de tu Ser. ¡Es tan liberador despedirse de capas y capas de pasado! Aunque llevamos varios cientos de años empeñados en separar la materia del espíritu y el cuerpo de la mente y de la Consciencia, las teorías yóguicas y de los científicos más actuales son mucho más interesantes. Ambas disciplinas muestran una y otra vez que el Ser se encuentra en la materia y que la mente está en el cuerpo. Por tanto, todo lo que hacemos con nuestro vehículo sagrado tiene más importancia de lo que se cree. Hacer las cosas con Consciencia origina grandes transformaciones cuya repercusión va más allá de la vida propia.
La depuración de este año ayudará a limpiar y a dejar partir todo lo que ha sucedido durante las últimas semanas y esto nos pondrá a todos en conjunto en una nueva etapa evolutiva. Ahora que ya sabes que las purificaciones cíclicas son fundamentales e indispensables, te gustará conocer que existen varios tipos de toxinas que acumulamos comúnmente casi sin darnos cuenta:
Residuos de alimentos sin digerir y que quedan acumulados en las paredes del sistema digestivo y en todos los canales de circulación.
Patógenos. Estos son viruses y bacterias que viven en nuestro cuerpo y que excretan sustancias tóxicas que resultan muy dañinas para los órganos vitales.
Toxinas del entorno. En este grupo hay muchísimas: metales pesados como el mercurio, el plomo o el aluminio; plásticos; ingredientes no naturales que vienen añadidos a los alimentos que ingerimos; o toxinas electromagnéticas de los aparatos electrónicos. Y muchas más.
La toxicidad emocional, que suma hasta un 90% de todas las toxinas de nuestro sistema y que tienen un efecto devastador sobre el modo como nos relacionamos con nuestra vida y con el mundo. Estas toxinas son responsables de causar graves enfermedades y de otros horrores. Además, nos mantiene anclados en el pasado, impidiéndonos avanzar.
¡Hagámoslo! ¡Limpiemos el mundo de nuestro pasado y emerjamos brillantes y transparentes!
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