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XHace unos días escuché a alguien que proponía la fuerza como el tema principal que íbamos a tener que trabajar durante 2022. La verdad es que me removió bastante y lo primero que surgió en mi pensamiento fue “¿más fuertes aún?”, pero respiré y me dije “venga Zaira, que siempre se puede un poco más”. Sin embargo, pronto empezó a encantarme la idea ya que es una de las cinco virtudes yóguicas que nos ayudan a encontrar la paz interior, especialmente en los tiempos más turbulentos. Espero que esta chispa de inspiración para el mes de enero incremente la fuerza interior que reside siempre en tu corazón.
Es probable que conozcas la fortaleza como virtud porque ya en la antigua Grecia se hablaba de ella en estos términos y el cristianismo la recogió describiéndola como lo que nos lleva a vencer el temor y huir de la temeridad. Interesante ¿verdad? dado que el miedo es la emoción más densa y presente actualmente en nuestro entorno.
Viéndolo desde la perspectiva yóguica, el Yoga Sutra explica cómo las cualidades que nos encaminan hacia la paz interior, y la que nos ocupa hoy es una de ellas, trabajan en sinergia a la vez que se desarrollan de manera secuencial. Por ejemplo, esto lo hemos visto ya con los ocho peldaños del camino de ashtanga yoga, planteado en el mismo libro, y una de las cosas que hace que esta manera de evolucionar sea tan rica es que nos sitúa directamente en un estado fuera de tiempo: todo sucede simultáneamente a la vez que unos elementos se sustentan en la presencia ya existente de los demás.
Volviendo a las virtudes antes mencionadas, las enumero para que tengas una idea más clara de cómo su conjunto te puede apoyar: la fe, la fuerza, la buena memoria sobre el pasado vivido, la contemplación y el discernimiento. Virya, el término en sánscrito que significa fuerza, es la segunda. Fíjate que para poder incrementarla primero es necesario que la fe se encuentre bien establecida en nosotros y que trabaje en sintonía con nuestra capacidad de recordar lo que hemos vivido hasta ahora, de contemplarlo y de ser capaces de discernir con ecuanimidad aprendiendo así de nuestros errores y aciertos. Todo ello nos pone directamente en el camino evolutivo de despertar pues su aplicabilidad nos lleva siempre hacia algún lugar, queramos o no, ya que la confianza puesta en algo que hemos contemplado y discernido muestra un destino marcado hacia el cual podemos dirigirnos siempre y cuando incrementemos nuestra determinación, resistencia de conciencia y vigor, siendo las últimas desdoblamientos de la fuerza interior.
Virya es fogosa, robusta, intensa y penetrante, propia de héroes y heroínas, de los guerreros luminosos que somos todos los yogins, quienes estamos dispuestos a enfrentarnos a lo más grandes retos con tal de canalizar más y más Luz cada día, contra viento y marea. Cuando escuché que se proponía la fortaleza como el tema del próximo año, también hizo brotar una sonrisa ya que me recordó cómo desde hace mucho una de las cosas que enseño en mis clases es que la vida no es para pusilánimes y menos lo es el camino interior. Así que, queridos, afilemos bien todas nuestras herramientas espirituales, pongámonos una armadura iridiscente y preparémonos para aguantar el chaparrón. Sin miedo, con total confianza, la mente despejada y mucha alegría del corazón. Se avecina un año con bastantes fluctuaciones y nuestra práctica personal será esencial como gran catalizadora para la transformación de la civilización humana.
Namaste