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XSi me permites, voy a guiarte en una visualización meditativa que abre un precioso camino de luz y de esperanza.
Toma un asiento cómodo, respira suave y profundo durante unos segundos y observa cómo tu cuerpo se ablanda y se relaja.
Respira, relaja y suelta.
Durante los próximos minutos no tienes nada que hacer más que ser.
Siente la libertad que brota de esta sensación de pasar un rato en tu interior.
Con los ojos cerrados, exhala y relájate aún más.
Visualiza tu cuerpo físico sentado y cómodo en el lugar en el que te encuentras. Entonces, toma conciencia de la energía luminosa que lo envuelve y del canal de luz que lo sostiene desde el interior. Es el canal de luz que te mantiene vinculado/a a la Tierra y al Cielo. Observa cómo brilla y cómo ilumina cada célula.
Vamos a subir hacia arriba por esta columna de luz. Viajamos juntos hacia planos sutiles, donde existimos más allá del cuerpo y de la mente. Es el plano vivencial del alma, donde todos somos conscientes de ser Uno, donde el recuerdo de nuestra esencia está siempre presente, donde sólo sentimos Luz, Sabiduría y Amor.
Desde aquí contémplate a ti mismo/a en tu vida encarnada, en esta preciosa vida. Con amor, mira tu cuerpo, tu entorno, todo lo que has creado, tus circunstancias y las personas que forman parte de este recorrido vital. Entonces te das cuenta de todo lo que has andado en los últimos años, de tus logros, de los retos que se presentaron en el camino… Te das cuenta de lo lejos que has llegado y de cómo eso ha sido posible gracias a tu práctica espiritual. Cada práctica de yoga, cada meditación, cada toma de conciencia en el día a día…. Todas ellas han ido iluminando diferentes chispitas en tu luz interior y en la conciencia de tu evolución como alma encarnada, despierta y libre. Respiras y con inmensa gratitud cotemplas las lecciones que has aprendido, lo logros que has conseguido.
En este proceso también ves que te encuentras en un momento especial ya que el camino parece estar cambiando… Miras hacia delante y ves que un sendero muy hermoso y lleno de luz se abre ante ti. Es más ancho que el tramo que has recorrido hasta ahora y en las orillas relumbra el verde brillante de la hierba fresca y los colores alegres de las flores. Hay árboles fuertes, con hojas tersas y brillantes, algunos tienen flores, otros frutos, y el conjunto de todo ello nos permite respirar un aire que nutre y vivifica. Esta cualidad de prana se palpa en el ambiente. Respiras y sientes la plenitud de la belleza natural, escuchas el canto de los pájaros, el zumbido de las abejas y la vida en su expresión más pura.
Tú también experimentas una transformación. Parece que te despojas de pesos, de cosas antiguas que se desprenden de ti a medida que caminas. Te miras y te sorprendes porque tu cuerpo se muestra renovado; es el “mismo”, aunque en una versión mejor en la que desprende cualidades más refinadas de fuerza vital. Incluso la ropa que llevas se cae y debajo aparecen unas prendas nuevas de tejidos más livianos y ligeros. Sientes la suavidad del aire sobre la piel y la caricia de la luz del sol. Te sientes parte de la Tierra y de lo que te rodea, con la certeza de que eres un ser de Luz, infinito y eterno, Consciencia Divina manifiesta.
Te das cuenta entonces de que no caminas en soledad ya que la presencia de muchos seres conocidos se hace latente a tu alrededor, son personas con quienes has compartido la intención de vivir para el despertar, quizá reconoces a algunos de ellos. Esto te llena de alegría porque es así… cuando compartes la práctica espiritual con otros, estos nunca te abandonan. Es más, cuando confías en la presencia de alguien para que te guíe y te muestre los pasos, ella camina contigo siempre, te acompaña y te apoya, desde la dicha y el gozo de los seres que despiertan. Puedes contemplar el brillo del sol de vuestros corazones y te invade la paz más dulce. La unión de almas trasciende la materia y la personalidad, es eterna, constante, profunda.
Respira y siente cómo los lazos de luz que te vinculan a este grupo de seres afines son lazos de apoyo y de libertad. Todos caminamos juntos, más luminosos y amorosos en cada tramo que vamos avanzando. Miras hacia delante de nuevo y ves las maravillas que nos esperan, muchas aventuras que vivir, cosas que comprender y regalos que recoger. Respiras y sientes cómo tu corazón sonríe y se agranda. Parece que tu cuerpo y todo tu ser os sintierais como la niña o el niño que mora en el interior: lleno de entusiasmo, plenos en el ahora y con la fuerza viva del espíritu. Así, te das cuenta de que caminas, de que caminamos, con una sensación de gozo y ligereza que te asombra, en total armonía con la naturaleza y el entorno, en alineación plena con quien tú eres auténticamente, con ese gran sol que vibra en el corazón.
Tanto que descubrir y tanto que celebrar…
Permanece aquí unos segundos o unos minutos más.
(… pausa en silencio…)
Ahora vuelves a llevar la atención a tu cuerpo físico y al entorno en el que se asienta.
Haces varias respiraciones profundas, consciente de la grandeza del camino que recorremos; y llenos de luz serena y de esperanza abres los ojos y los brazos para retomar los quehaceres de tu día a día, no solo sonriendo en el corazón, sino también con todo tu cuerpo.
Namaste